Kahlo y el surrealismo
- Jean Paul y Javiera
- 23 nov 2018
- 2 Min. de lectura

Capaz de transformar en arte, su angustioso tormento de sufrimiento y dolor, esta mujer de gran inteligencia y personalidad magnética utilizó la pintura como una especie de cirugía psicológica al enfrentar su realidad con risa y humor explosivo.
Según la enciclopedia libre universal, el órgano portavoz del surrealismo fue la revista Litterature dirigida por un grupo de poetas entre los cuales estaba André Breton, Philipe Soupault, Louis Aragon y Paul Éluard, fundada en 1919. Ellos adoptaron la palabra surrealismo para definir un método de escritura simultánea con el que estaban experimentando.
Partiendo de la idea de que el surrealismo intenta expresar verbalmente o por escrito el proceso real del pensamient, la publicación del día de hoy es precisamente de Kahlo y del surrealismo en sus obras.
Como he procurado hasta el blog del día de hoy, hago vínculos entre el tiempo de Kahlo, con otros exponentes con los que se relacionó. Haber pertenecido a la clase artística e intelectual de México, hizo que Kahlo estuviera en contacto con grandes representantes del comunismo como León Trotsky, del muralismo en México, como Diego Rivera y hoy me permito hablar del surrealismo representado por André Breton.
Las ideologías plasmadas en el arte de Kahlo, son la explosión del arte revolucionario, de la irreverencia hacia el sistema, de la mujer en contra-corriente, de la incomprensión y el desamor; y aunque Frida no consideró su arte como surrealista, podría pensarse que sí.
En 1938 André Breton llega a México con el interés de encontrar surrealismo. Incluso le escribe a Frida un ensayo llamado “Un listón de seda alrededor de una bomba”.
Breton describió a Frida como una artista surrealista, a lo que ella después de mucho tiempo respondió: “Pensaron que yo era surrealista, pero no lo fui. Nunca pinté mis sueños, sólo pinté mi propia realidad”.
Curiosamente y contrastando con sus propias palabras, además de contribuir para exhibiciones de Breton con sus obras, en 1940 participó en la exposición internacional del surrealismo en la galería de arte mexicano con “las dos Fridas” y “la mesa herida”.
El surrealismo es un “dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral”.
Cómo no pensar en que Frida era surrealista, si aparentemente sus obras no pretenden ser explicaciones claras de las cosas. Sus percepciones plasmadas en sus obras, están totalmente sumidas en la subjetividad de sus vivencias. Constantemente sus pinturas se acompañan de elementos como sangre, su cuerpo torturado, las cicatrices que la acompañaban interior y exteriormente. A veces los elementos que pone en un sólo espacio, no tienen un sentido lógico como al hablar de “la mesa herida”.
En sus obras intervienen una suma de elementos expresionistas y surrealistas, evidentes estos últimos por la inclusión de elementos fantásticos, visiblemente introspectivos, por la libre utilización del espacio pictórico y por la yuxtaposición de objetos incongruentes que le llevó a relacionarla con este movimiento. El resultado es una muestra claramente autobiográfica, donde representa fundamentalmente su experiencia personal, los aspectos más dolorosos de su vida, que transcurrieron, en gran parte, postrada en una cama. Su dolor, su cuerpo, se convierten en las auténticas fuentes de su arte
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